viernes, 20 de enero de 2012

Tratado de la naturaleza humana


Hoy en clase de filosofía hemos comenzado a estudiar el primer texto de Hume " Tratado de la naturaleza humana". La primera parte trata del entendimientoy  las percepciones de la mente (impresiones e ideas)

 El punto de partida del Tratado de la naturaleza humana es el estudio de las PERCEPCIONES DE LA MENTE y sus CLASES. En este sentido, Hume, se separa ya desde el principio de los idealismos y los racionalismos ya que considera como percepciones no únicamente las impresiones de los sentidos externos o internos, sino también las ideas. No tiene sentido, por tanto, situar en mundos distintos el ámbito de las impresiones y el de las ideas. Las percepciones son quienes nos permiten tener conciencia de algo. En este sentido, tanto la impresión como la idea nos permite tener sensaciones del algo y aunque la conciencia de las mismas no sea exactamente igual al tener la impresión y al tener la idea, sin embargo son realmente las dos caras de una misma moneda, y, sobre todo, las segundas no existirían sino existen las impresiones.

 A continuación, Hume, establece una DIFERENCIA ENTRE IMPRESIONES E IDEAS basada en la diferente fuerza y vivacidad de las impresiones y las ideas a la hora de poseer sensación y conciencia de ellas. Es evidente, piensa Hume, que las impresiones suelen ser más fuertes y vivaces que las ideas. No es lo mismo la impresión de algo que produce directamente un dolor que el recuerdo o imagen posterior de esa impresión. En el primer caso vivimos la experiencia con mayor intensidad y fuerza que en el segundo. Por todo ello, Hume afirma: las percepciones que entran con mayor fuerza las podemos denominar impresiones.... Por ideas entiendo las imágenes débiles de las impresiones cuando pensamos y razonamos.

martes, 17 de enero de 2012

Hoy en clase de filosofía hemos repasado las teorias de David Hume dadas en 1º de Bachiller, tales como el pensamiento inductivo:


La inferencia inductiva presupone que se puede confiar en los actos pasados como regla a partir de la que se puede predecir el futuro. Por ejemplo, si en el pasado ha llovido el 60% del tiempo cuando se dan unas condiciones atmosféricas determinadas, entonces en el futuro probablemente lloverá un 60% del tiempo si se dan las mismas condiciones. Pero aún queda el problema de cómo justificar tal inferencia, conocida como el principio de inducción. Hume sugirió dos posibles justificaciones, que sin embargo rechazó:


  1. La primera justificación descansa en la suposición, tomada como una necesidad lógica, de que el futuro debe parecerse al pasado. Pero Hume puntualiza que podemos concebir un mundo caótico y errante en el que el futuro no tiene nada que ver con el pasado; o un mundo como el nuestro hasta el presente, que llegado a un punto cambia totalmente. Así que nada hace que el principio de inducción sea una necesidad lógica.
  2. La segunda justificación, más modesta, apela a los éxitos anteriores de la inducción: en el pasado ha funcionado en la mayoría de las ocasiones, así que probablemente seguirá haciéndolo en el futuro. Pero, como Hume comenta, esta justificación hace uso del razonamiento circular en un intento de justificar la inducción mediante la reiteración, lo que nos devuelve al punto de partida.

lunes, 16 de enero de 2012

Biografia de David Hume

David hume  (Edimburgo, 1711-id., 1776) Filósofo inglés. Nació en el seno de una familia emparentada con la aristocracia, aunque de modesta fortuna. Estudió durante un tiempo leyes en la Universidad de Edimburgo por voluntad de su familia, pero su falta de interés determinó que abandonara la carrera y se viese obligado a buscar la manera de ganarse la vida.

Tras una breve tentativa de iniciarse en el comercio, decidió dedicarse al estudio. En 1734 marchó a Francia, donde pasó tres años, la mayor parte de ellos dedicado a la redacción de su primera obra, Tratado de la naturaleza humana, que completó tras su regreso a Londres y se empezó a publicar en 1739. El tratado no despertó ningún interés.
La favorable acogida que obtuvo la publicación en Edimburgo de la primera parte de sus Ensayos morales y políticos en 1742, le hizo olvidar su primer fracaso.
En 1763 aceptó la invitación de lord Hertford de incorporarse a la embajada en París, ciudad donde residió hasta 1766 y en la que se relacionó con los enciclopedistas. En 1769 regresó definitivamente a Edimburgo con el propósito de disfrutar de la fortuna que le habían proporcionado tanto sus cargos como, finalmente, sus obras.


viernes, 13 de enero de 2012

jueves, 12 de enero de 2012

Hoy en clase de filosofía hemos repasado los principios del racionalismo cartesiano, ya dados en 1º de bachiller. También hemos visto de nuevo,  dos definiciones necesarias para comprender la sintesis anterior.
Los dos conceptos son:
-Ideas innatas: son ideas connaturales a la razón porque ésta  posee una predisposición natural a formarlas.    Por ello, surgen o brotan de manera espontánea e innmediata de nuestro pensamiento racional.

- Relación causa-efecto (causalidad): Relación que se establece entre procesos, acontecimientos o entidades tal que uno, la causa, es capaz de producir o bien alterar al otro o efecto. Con ella se establece una relación de necesidad entre ambas entidades o fenómenos de manera que el efecto necesita de la causa para ocurrir o que cuando ocurre el efecto suponemos que la causa debe haber estado presente con anterioridad.

martes, 10 de enero de 2012

Texto de Carlos París

 Hoy en la primera clase de filosofía tras las navidades, hemos leido el texto de 
Carlos París, Empirismo e ilustración inglesa de J.C. GaPrólogo de rdía-Borrón, "Una nueva visión del hombre y de la vida" , este describe brevemente la sociedad y época en la que vivió Hume. Personalmente creo que es muy importante conocer estos datos para poder enfocar bien su filosofia y pensamiento.
Os adjunto el texto.

"Uno de los rasgos que más peculiarmente caracterizan al siglo XVII, intensificándose en su decurso y prolongándose en el XVIII, es su voluntad fundacional. El afán de levantar un nueva civilización, cimentada en la más estricta racionalidad, que posee la nueva clase social que ha conquistado el protagonismo histórico, la burguesía. […]

La investigación en los campos más variados nos ha ido mostrando de qué manera en el fluir de la baja edad media se iba gestando la realidad del mundo moderno. Es el complejo e interrelacionado conjunto de transformaciones urbanas, económicas, culturales, tecnológicas, cuya dinámica continua y sosegada, en gran parte inconsciente, conducía objetiva e inevitablemente hacia una nueva civilización. Al irrumpir el Renacimiento, abriendo una nueva época, sus hombres viven ya una conciencia de innovación y ruptura
pero esta ruptura, especialmente en sus momentos originarios, en el movimiento humanista, no aparece con el sentido fundacional, con la mirada hacia el futuro con que más tarde, en el XVII, se configurará. La dura crítica del presente y del inmediato pasado que sobre éste gravita, elocuentemente expresada por Vives y Erasmo, está iluminada por dos grandes mitos: el retorno a los clásicos y el rescate de lo natural, la recuperación de dos paraísos perdidos. La nostálgica vocación de regreso encubre, así, la conciencia de la novedad del presente y del futuro. […]

Se afinca entonces la conciencia de que está surgiendo un nuevo mundo y las mentes más alertadas a la sensibilidad peculiar del momento se sienten vocacionalmente arquitectos de la construcción. La vivencia de la novedad se alía con la convicción, que anima la obra de Francis Bacon y de Descartes, de que la novedad del presente augura un futuro todavía mejor. La teoría de "degeneración" como sentido de la historia va retrocediendo ante la del progreso. Pero la orientación de la historia según este vector, el desarrollo de las posibilidades que circundan al hombre, requiere una reconstrucción radical; y no ya para rescatar arcaicas perfecciones, sino para alumbrar la racionalidad latente que la ganga del pasado, los viejos ídolos, los erróneos métodos, la inercia de las tradiciones, han sepultado. Es un actitud compuesta complementariamente de recelo y de confianza, de ingenua entrega. Por una parte, la desconfianza, "el temor a ser engañado" – como subrayó Ortega -, caracteriza a la Modernidad; por otra, reina una fe singular en la sencillez, un optimismo de la facilidad y el éxito una vez que el "seguro camino", como dirá después Kant, haya sido descubierto. […]"